En septiembre de 1981 nacía, en el seno de una familia humilde de Míchigan, Serena Jameka Williams. 41 septiembres después, la mujer más influyente de la historia del deporte colgaba la raqueta frente a 24.000 personas en Nueva York. Su aura cautivó al planeta entero durante casi tres décadas; dejando, a su marcha, un vacío sin precedentes en el tenis.
El aura es algo casi místico. Puedes creer en él o no. Ni se ve, ni se toca, ni se huele, pero está. Se siente. Y el de Serena Williams nunca tuvo parangón. Ni siquiera Roger Federer, quien de aura va sobrado, podía compararse con Serena. El de Serena se podía sentir al verla salir con un vestido “de novia” en la central de Wimbledon. Al verla jugar con diamantes de Sierra Leona en su equipación Nike en Nueva York. Al verla gritar después de ganar con una volea a media pista. Al verla romper una raqueta. Era un aura diferente. Sin igual. Sin parangón.
En el que, salvo sorpresa, fue su último torneo como profesional, el US Open 2022, Serena Williams fue capaz de derrotar a Danka Kovinic, montenegrina asentada en el Top 100, y a la número 2 del mundo, Anett Kontaveit. Hasta la Organización del evento le preparó un homenaje en el primer partido, pensando que sería el último. Pasó dos rondas y cayó en el tercer set de los dieciseisavos, compitiendo hasta el final. Incluso dando la sensación de que, alineándose algunos astros, podía luchar por el título. Con casi 41 años.
La Serena persona tuvo más aura, si cabe, que la Serena tenista. Esa forma de ser tan abiertamente férrea hizo diferente a la menor de las Williams desde el primer momento. También a su hermana Venus. Daban la mano de una forma diferente a todas las demás; con respeto, pero sin amistad. Fueron las únicas que se atrevieron a boicotear Indian Wells durante quince años por los insultos racistas recibidos cuando jugaban. Unos entes profundamente inusuales, capaces de sacrificar parte de su trabajo por tal de luchar por sus principios. Nadie pudo toser a las dos más grandes del siglo XXI.
La retirada de Serena Williams deja el tenis femenino desprovisto de una personalidad trascendente más allá del tenis y el deporte. Eso mismo pasará en el masculino cuando Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic cuelguen la raqueta. Serán piezas muy difíciles de reponer. Porque nunca han tenido parangón. Disfrutémoslos mientras podamos.
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