Bernardo Silva en el City, un puzzle raro. – Alejandro Gallego.

Verano de 2017. En las oficinas del Manchester City hay un nuevo jugador citizen: Bernardo Mota Carvalho Silva. Una Ligue 1 con el Mónaco y un periplo espectacular en Champions (eliminando al propio Manchester City) fueron los detonantes de su estrellato y posterior fichaje. Uno de los abanderados del segundo paso tras la llegada de Guardiola y del proyecto seminuevo liderado por el de Santpedor.

Hoy, 5 años después, estando a verano de 2022, los rumores asaltan la conciencia de los aficionados skyblue, viendo como Bernardo podría tener su zurda más fuera que dentro de la institución de Manchester. Pep Guardiola dejó caer ligeramente -pese a que acabó ocupando portadas- que una puerta de salida estaría abierta en caso de que el luso la quisiera tomar. Su dirección, el FC Barcelona.

Un posible (craso) error.

Quien tan solo esté acostumbrado a ver la Champions League podría calificar esta plausible venta como un error de dimensiones colosales por parte del City, y, habría dado en el clavo. Muchas de las ofensivas lanzadas contra jugadores como Bernardo se fundamentan bajo el escudo de la falta de brillantez y de números del luso. Nada más lejos de la realidad.

Ser una pieza de un modelo de equipo como es el Manchester City actual es inherente a la ausencia de individualidades que destacan por encima de la vara media del equipo. Aquí, la virtud está en el término medio del conjunto, en el bien colectivo, en el nosotros. Por ello, la manera de ser sobresaliente es siendo uno más para todos. Ser el mejor compañero. Ser complementario.

Imagen vía Bateo Libre

Ciertamente, y numéricamente hablando, no ha sido el mejor curso de Bernardo Silva. No ha sido el Bernardo de la 18-19, aunque algunos de sus picos de forma pretendían volver a filtrar esas sensaciones. Aun así, junto a Kevin De Bruyne ha representado la intención de Guardiola sobre el césped del Etihad. La ausencia de un delantero centro claro ha forzado una fluidez y liquidez en el juego como si el Manchester City fuese un club de submarinismo, ahí han brillado ambos. Han sido imprescindibles. Y también hay datos que refuerzan dicha tesis.

Esta ha sido la primera temporada de Guardiola a los mandos del Manchester City en la que no ha contado con la presencia de un 9 puro. Dicho rol ha estado vacante desde la marcha de Agüero y Ferran Torres (el cual no actuaba tampoco como 9 canónico), y, en vez de optar a él, sus funciones se han repartido entre el resto de los jugadores; desde Sterling hasta Gabriel Jesús -lo más cercano a un 9-, pasando por el propio Bernardo o De Bruyne.

En este contexto, la carencia goleadora y de generación de números no ha recaído sobre las espaldas de Bernardo Silva, que apenas ha producido 12 goles de manera directa, su 3ª cifra en las 5 temporadas que lleva en Manchester. No obstante, los xG revelan que ha anotado 1,2 goles más de los que debería, mientras que ha anotado 1,2 asistencias menos de lo esperado; por lo que la calidad de sus pases ha sido buena, no así la definición de sus compañeros. Y, pese a no derrochar un despliegue estadístico, continúa estando en la élite de centrocampistas del fútbol, muy por encima de la media.

Recordemos que la zona de acción de Bernardo Silva se ha diversificado enormemente, y ha funcionado como interior a todas las alturas, combinándose, en muchos casos, con Kevin De Bruyne entre líneas; sirviendo uno como atractor para progresar interiormente.

Esa progresión, tanto interior como por los respectivos carriles exteriores, se explica en parte por la cantidad de pases progresivos que recibe, principalmente, en las zonas laterales del área. Sumado a ello, contribuye a que los triángulos exteriores (en lado de balón) se activen hacia dentro, ya sea con un control o un movimiento que libere espacio a la espalda del mediocampo rival.

A partir de su posición desde el interior de segunda altura, ha absorbido ciertas facetas del Kun Agüero o de David Silva. Ha mutado su juego hacia atrás, hacia un área donde aparece esporádicamente para ayudar a progresar a través de él, cerca de Rodri y del inicio de la jugada. Ha recogido los galones del canario y se los ha echado a la espalda en ese sentido.

Para más inri, la técnica del 3er hombre es mayoritariamente empleada en zonas defensivas, no obstante, Bernardo Silva es una herramienta clave a la hora de proporcionar esos mecanismos en zonas más adelantadas del terreno de juego. Una brújula.

En todos estos roles, se puede observar que su participación con el balón es cada vez mayor, pero más rápida, sin amasar el balón, evitando quemar las posesiones. Eso se demuestra con su estadística de regates intentados o la de toques totales (ambas cerca del percentil 70). Aun así, pese a que la distancia recorrida en sus posesiones se trata de uno de sus fuertes, es propenso a perder gran cantidad de balones, es por ello que se sitúa en posiciones adelantadas en ataque, entre central y lateral, una vía de escape para esperar pases y superar líneas efectiva y eficaz en sus pies.

Sin embargo, no es un futbolista total, en casi ningún aspecto. Y carece en muchas ocasiones del brillo que muchos le reclaman. Las puertas mágicas para salir de una presión o saltar una línea con un golpe de cadera son para otros. Bernardo Silva es el metódico del grupo.

¿Cromos repetidos?

A su llegada a Manchester, ciertos sectores de la afición skyblue presentaron las mismas reticencias que ahora reivindican. Un joven Kevin De Bruyne ya campaba a sus anchas por los terrenos de juego, asistiendo compulsivamente y revelándose como el segundo de a bordo de Guardiola en su plan.

Pese a que sus zonas de incidencia no son las mismas, en cuanto a los roles que juegan en muchas ocasiones, pueden resultar jugadores similares. La figura de De Bruyne ha sido siempre el baluarte a proteger para Guardiola, su Messi; su buque insignia en el Manchester City. Principalmente por su carácter para presionar, para conducir e influir en un equipo que sin ambos futbolistas se caería en muchas fases.

Imagen vía Getty

No obstante, no son ni mucho menos el mismo jugador. Para empezar, De Bruyne es capaz en algunas circunstancias de crear ventajas donde no las hay, de recibir y sacar petróleo. Su uso corporal es un plus a la hora de girarse o de bregar por balones de espaldas.

Hay pocos jugadores capaces de ocupar tantas parcelas del campo efectivamente. Pero Kevin no es habitual en labores de construcción, sino de creación de oportunidades. La participación con balón es similar, no así su influencia. Su juego es más vertical, de cara, incisivo. Así lo hablan sus números: 15 goles y 8 asistencias. Al igual que Bernardo, no es su mejor temporada estadística, en consecuencia, como se ha mencionado, de la mayor coralidad del grupo.

En definitiva, son jugadores de tres cuartos de campo, viven por y para jugar con balón en los pies, pero desempeñan roles distintos; complementarios, pero diferentes. Ambos imprescindibles para un esquema de Pep que cambiará por completo a partir de esta temporada, y ambos deberán seguir con la complementariedad, esta vez, tras un titán: Erling Haaland.

Se abre un abanico de opciones de todo tipo a partir de ahora, y dependerá de la presencia o ausencia de Bernardo Silva el futuro parcial del Manchester City. Como dijo Pep, ironía aparte, muchas veces son Bernardo Silva y 10 más.

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