Jugó siete temporadas en la mejor liga de baloncesto del mundo, tuvo pasado en nuestro país militando en las filas del Baskonia y su desencanto por el baloncesto en 2017 le ha llevado ahora a disputar los Juegos Olímpicos de París en la modalidad de voley playa: esta es la historia de Chase Budinger.

Nacido en Encinitas (California) en 1988, ya en High School decidió compaginar ambos deportes, tanto baloncesto como voleibol. Este último, bajo la influencia de sus dos hermanos mayores: Duncan y sobre todo Brittanie, quien llegó a jugar como profesional en Europa. En ambos deportes, Budinger era considerado una estrella nacional durante sus años en el instituto. Mientras que en el voleibol consiguió tres títulos estatales siendo considerado el mejor jugador en su último año escolar, en baloncesto no aflojaba y fue seleccionado para jugar el Open McDonald’s All-American Game que reúne a los mejores jugadores de instituto del país. No solo eso, sino que fue nombrado MVP de ese encuentro compartiendo honores con un tal Kevin Durant.

Budinger decidió aparcar el voleibol tras su salto a la universidad y aceptó la oferta de los Arizona Wildcats, uno de los programas de baloncesto más prestigiosos de la NCAA. Allí contó con la confianza plena de Sean Miller durante los tres años que duró su periplo universitario, acabó con 17 puntos de media y con altas opciones de entrar en el Draft de la NBA. En 2009 fue escogido por los Detroit Pistons en el puesto 44, que lo traspasaron esa misma noche a los Houston Rockets, lugar donde pasaría sus tres primeros años. Su carrera NBA fue de más a menos, con mención especial al All-Star del 2012 donde participó en un concurso de mates; fue aquella edición insulsa que se acabó llevando el desconocido Jeremy Evans.

Su traspaso a Minnesota Timberwolves y la pérdida de protagonismo iba haciendo mella en su cabeza. Tras nuevamente ser traspasado a Indiana Pacers primero y luego a Phoenix Suns, su mente dijo basta, llegando a perder su pasión por el baloncesto. Necesitaba un cambio y surgió la opción de jugar en Europa. Budinger, en contraste con otros jugadores norteamericanos reacios a probar suerte en el viejo continente, lo vio como una opción de resetear su cabeza y abrió esa vía, quizás también empujado por la experiencia de su hermana y el origen letón de su abuelo materno.

Su llegada a España fue tan sorprendente como estimulante, sobre todo para la parroquía baskonista, que veía como llegaba a su club un jugador contrastado en la NBA y con capacidades físicas para ser diferencial en Europa. Pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que su rendimiento no fue malo, su adaptación fue progresiva y cuando parecía encajar, una doble lesión le apartó del tramo decisivo de la temporada. Otro duro mazazo a su carrera.

Ese verano, en sus vacaciones, volvió a su California natal para intentar desconectar, y qué mejor para hacerlo que disfrutando de su otra gran pasión: el voleibol. Allí, jugó varios torneos con el jugador olímpico de voley playa Sean Rosenthal, que fue quien le tentó para cambiar de deporte. Desencantado del baloncesto, Budinger tomó la que en aquel momento era una decisión impensable para muchos, dejar su carrera baloncestística a los 29 años para jugar al voley playa.

La pareja Budinger-Rosenthal jugó el World Tour 2018 con el propósito de coger sensaciones en uno y disfrutar de los últimos coletazos para el otro. Un año más tarde, jugaría con Casey Patterson, con quien ya asomaría cabeza en los torneos más importantes hasta que ,a principios de 2023, empezaría un nuevo proyecto con su pareja actual: Miles Evans. Actualmente, son el 13º dúo del ranking mundial y la segunda mejor pareja estadounidense, tras Partain y Benesh.

A pesar de llevar ya varios años ligado a este deporte, estos días, coincidiendo con su participación en sus primeros Juegos Olímpicos, ha vuelto a estar en el foco mediático, aquel del que salió tras su marcha del baloncesto. Budinger que ha hablado con algunos medios durante su estancia en París; ha confesado: »Mi sueño desde que cambié de deporte siempre había sido poder disputar unos Juegos Olímpicos». El propio jugador también bromeó sobre su reencuentro con los viejos compañeros baloncestistas con los que coincidió en la ceremonia de apertura de estos Juegos.

Rivales de Herrera y Gavira en la fase de grupos

El destino ha querido que precisamente Budinger haya caído en el mismo grupo que la única dupla que representa a España en esta modalidad (en categoría masculina), la pareja formada por Pablo Herrera y Adrián Gavira. El castellonense disputará sus sextos Juegos Olímpicos. En Atenas 2004, junto a Javier Bosma logró la medalla de plata. Con Gavira, su relación olímpica empezó en Londres 2012 y desde entonces no se han perdido ni una sola cita: Río 2016, Tokio 2020 y París 2024. Ambos ya han confirmado durante estos días, que con 42 y 36 años respectivamente, estos de París serán sus últimos Juegos.

RFEVB

Otros deportistas que brillaron en dos disciplinas

Durante la historia de los Juegos Olímpicos ha habido varios deportistas que han ganado medallas en dos deportes diferentes. La alemana Roswitha Krause fue la primera mujer en colgarse un metal en dos deportes distintos, fue en natación y balonmano durante los Juegos de México 1968, Montreal 1976 y Moscú 1980. Mientras que el ejemplo más reciente es el de la checa Ester Ledecka, que fue pionera en ganar dos oros olímpicos en una misma edición, en este caso fue en los Juegos de invierno de 2018 de Pyeongchang: lo logró en las disciplinas de esquí alpino y snowboard. Ledecka igualó una hazaña que, hasta el momento, solo se había conseguido en el género masculino y a la que hay que remontarse a los Juegos de invierno de Chamonix 1924 y Sankt-Moritz 1928.