Después de terminar la temporada de 2019 con un récord de 7 victorias y 9 derrotas, la desierta franquicia de los Indianápolis Colts decidió probar suerte eligiendo en la segunda ronda del draft a Jonathan Taylor, el Running Back de Wisconsin. En su primera temporada Taylor jugó 15 partidos. No necesitó más tiempo para impresionar: 1169 yardas en el suelo y sus 11 Touchdowns, que empujaron al equipo a acabar con un récord de 11-5, su mejor marca en 5 años. Aunque existían dudas sobre la posición de Quarterback, que persisten en la actualidad pese a la selección de Anthony Richardson la pasada campaña, la franquicia parecía haber conseguido a su corredor del futuro.
La temporada 2021 no hizo más que reafirmar este pensamiento, ya que Taylor pasó de ser un jugador excelente a estar en conversaciones sobre si era el mejor en su posición. 1811 yardas y 18 Touchdowns en el suelo, liderando la NFL en las dos categorías. Para poner estos números en perspectiva, sólo ha habido 10 jugadores en este siglo que hayan superado la marca de yardas corriendo de Taylor en 2021. Este hito le trajo los máximos honores. Fue nombrado First Team All-Pro (el equivalente a mejor jugador de su posición) y quedó segundo en Jugador Ofensivo del Año, por detrás del receptor de los Rams, Cooper Kupp y su temporada histórica, que acabó con victoria y MVP en la Super Bowl LVI.
Sin embargo los problemas en Indiana no hicieron más que crecer. En la semana 18, la última semana de la temporada regular, los Colts visitaban a los Jaguars de Jacksonville en lo que parecía ser una victoria fácil. Los Jaguars llevaban una temporada desastrosa, de 2 victorias y 14 derrotas, y en este último partido sólo se jugaban su honor. Las implicaciones para Indy eran mucho mayores, con una victoria sellando su entrada a los playoffs y una derrota dejándoles a las puertas. En el partido donde más se le necesitaba, Jonathan Taylor solo pudo producir 77 yardas, que se tradujeron en una humillante derrota de 11-26 contra uno de los peores equipos de la liga. La dependencia de los Colts de 2021 en su Running Back fue histórica. En las 9 victorias del equipo, su jugador estrella sobrepasó las 100 yardas, mientras que solo llegó a este número en una de las 8 derrotas. Si Taylor corría, el equipo ganaba. Entrando en la siguiente temporada, solo una cosa estaba clara: había que pagar a JT.
La temporada de 2022 fue una de reconstrucción para los Colts, en la que Taylor sufrió un esguince de tobillo que sólo le permitió jugar 11 partidos, pero entrando a este año las expectativas eran altas. Con el Rookie Quarterback de Florida Anthony Richardson a los mandos del ataque y un fresco y descansado Taylor, se esperaba que fueran una de las parejas más electrizantes de la liga. No tardó en explotar la controversia, en este caso entre Taylor y el propietario de los Colts, Jim Irsay. En los entrenamientos previos a la temporada las dos partes intentaban negociar un contrato, cuando se reportó que el Running Back había pedido ser traspasado a otro equipo a causa de su frustración con la franquicia. Este traspaso nunca se dio, gracias a que los Colts y Taylor llegaron a un acuerdo con un contrato de 4 años y 52 millones y medio de dólares. Esta cifra convirtió a Taylor en el quinto jugador mejor pagado en su posición, lo que ha hecho más frustrante aún esta temporada para cualquier fan de Indianápolis.
A sus 25 años, Taylor ha continuado su declive apareciendo únicamente en 10 partidos a causa de varias lesiones. Esta pasada temporada no ha conseguido ser ni el mejor Running Back de su propio equipo ya que Zach Moss, que cobró diez veces menos que Taylor, terminó la temporada con más yardas totales.
¿Cuáles son los planes de futuro para Taylor y los Colts?
El contrato de JT ha puesto a la franquicia en una posición complicada, no expira hasta 2027 y 26 de los 52 millones que le van a pagar están garantizados, lo que quiere decir que se los van a tener que pagar aunque no juegue para ellos. El resto de equipos no van a querer arriesgarse a intentar conseguir a Taylor por medio de un traspaso después de 2 temporadas en declive y problemas de lesiones, por lo que Indiana se ve con pocas opciones.
Los Colts todavía tienen que pagar un año más del contrato de su defensor estrella Deforest Buckner, que cumplirá 30 años, e incluso más importantes han sido las negociaciones con su receptor número uno, Michael Pittman Jr. que ha renovado por 3 años y 70 millones de dólares y se quedara en Indiana en su salida a la agencia libre como uno de los 10 receptores mejor pagados de la liga.
Las previsiones a futuro del equipo son realmente buenas. Anthony Richardson ha dado señales de ser el Quarterback del futuro que tanto necesitaba la franquicia aunque sólo apareció en 4 partidos antes de su lesión de hombro. El resto del equipo está repleto de jugadores fantásticos, como el infravalorado defensor E.J Speed, secundados una de las mejores líneas ofensivas de toda la liga. El único lastre real es el contrato de Taylor, ya que el futuro del que hace sólo 2 años era considerado uno de los mejores corredores de la liga ahora está en el aire.
La crueldad de ser Running Back
“Washed”. Esa es la palabra que se utiliza para describir a jugadores que ya no son lo que eran. En la NFL actual no hay otra posición más castigada por este término que la del Running Back, algo que sorprende ya que históricamente siempre se ha visto como la segunda más importante, después del Quarterback. Las críticas no carecen de razonamiento. La posición es sin duda la más exigente para el cuerpo, sobre todo a corto plazo, con choques constantes que reducen la longevidad de los jugadores. Los 30 años, que en otros deportes son vistos como los años de mayor rendimiento físico, son una sentencia de muerte para los Running Backs, lo que ha generado un cambio de paradigma en las oficinas centrales, que cada vez son más cautelosas a la hora de invertir en la posición.
Y es que la NFL es una liga centrada en el pase, algo que se puede ver claramente con la subida de lanzamientos por partido y la bajada en las carreras. No hay que irse tampoco a ver estadísticas avanzadas para ver el éxito de este nuevo cambio de paradigma, hay un dato que lo muestra mejor que ningún otro: la cantidad de dinero que los ganadores de la Super Bowl pagaron a sus Running Backs. En los últimos 15 años, ningún equipo ganador del trofeo ha pagado más de 2 millones y medio de dólares a su corredor principal.
Como sucedió en el béisbol con el Moneyball de los Oakland A’s, la NFL se ha dado cuenta de que no tienes que pagar por el jugador, tienes que pagar por la producción, una realidad desalentadora para los Running Backs que sacrifican su cuerpo sólo para ver cómo el equipo que les admiraba ahora les da la espalda. El contrato de Jonathan Taylor es una anomalía de la que los Colts ya se están arrepintiendo, los días de los corredores bien pagados están llegando a su fin (con permiso de los contratos de Derrick Henry en Baltimore y especialmente Saquon Barkley en Philadelphia) y parece mentira que un jugador de 25 años, que hace sólo 2 temporadas era considerado como una de las mayores estrellas, esté ahora mirando desde fuera hacia adentro a una liga que cada vez aprecia menos a los de su clase.

