De Nápoles al infinito – Paco García

Luciano Spalletti ha llevado al Napoli a un nivel superlativo. El club italiano lleva en continuo crecimiento desde la llegada de Maurizio Sarri en 2015, entrenador con el que rozaron el título liguero en la temporada 2017/18, logrando la mayor puntuación de su historia y, aún así, siendo opacados por la Juventus. En los años siguientes, Carlo Ancelotti y Genaro Gattuso renovaron ilusiones, lentamente diciendo adiós a la leyenda que fue Dries Mertens y siendo la sombra de los «bianconeri» en la clasificación de la Serie A, al menos hasta hace dos temporadas, cuando Gattuso dijo adiós al conjunto napolitano. En su lugar llega Spalletti, que dejó el Inter en favor de Antonio Conte, cuya historia ya conocemos de sobra.

Desde entonces, la plantilla del club presidido por Aurelio Di Laurentiis ha ido ensamblándose con jugadores en progresión ascendente, mezclando inversión y buen ojo. Alex Meret se ha instaurado en portería como un portero joven y solvente, aprendiendo del veterano Ospina en temporadas pasadas.

En defensa, Giovani Di Lorenzo, que llegó de Empoli en 2019, se ha convertido en capitán del equipo y titular con la selección italiana en el carril derecho. En el otro costado, Mathías Olivera fue traspasado desde el Getafe este verano tras varias temporadas contudentes, y se ha hecho con el puesto por delante de un Mario Rui que queda como uno de los vestigios de ese «viejo» Napoli. Sin embargo, la figura con la que la zaga azul ha hecho «clic» es el central surcoreano Kim Min-Jae, al que le salieron varios contendientes en Europa tras su temporada de irrupción en Fenerbahçe. Ligado al Tottenham en verano, el club de Daniel Levy optó por una cesión de Clément Lenglet en su lugar, y el Napoli no dudó en pagar 20 millones de euros por Min-Jae, que ha caído completamente de pie en la Serie A.

El centro del campo del 4-3-3 que dibuja Spaletti se sustenta sobre un Stanislav Lobotka al que el técnico italiano ha reinventado como pivote único (como ya hizo con Marcelo Brozović en Milán). Acompañándole están un Zielinski que sigue creciendo como jugador, y un André Zambo-Anguissa que por fin ha sacado a relucir todas las cualidades por las que el Fulham pagó 25M al Lyon cuatro temporadas atrás, convirtiéndose en uno de los volantes más clarividentes de la Serie A actualmente. En el banquillo, opciones más que decentes como Diego Demme para el mediocentro, Eljif Elmas para la mediapunta y un Tanguy Ndombélé que intenta reengancharse al fútbol de primer nivel.

Sin embargo, es arriba donde este Napoli da la sensación de «jugar a otra cosa». Ya con el fichaje del nigeriano Victor Osimhen por 85M dieron un serio golpe sobre la mesa hace dos temporadas, pero a un goleador implacable se le han ido sumando la picardía de Hirving Lozano (que por fin parece brillar con luz propia) o un Politano que ha dado un paso adelante desde abandonar el Inter. Las incorporaciones de este verano, sin embargo, no podrían haber sido mejores: Gio Simeone (un «killer» de primer nivel aportando muchísimo desde el banquillo), Giacomo Raspadori (una de las joyas más codiciadas de Italia, en forma de cesión), y sobre todo, el nombre propio del Napoli esta temporada: Kvicha Kvaratskhelia. El georgiano de 21 años es, simplemente, un caso aparte. En su primera temporada en la élite, está sumando prácticamente una participación de gol por partido, tanto en liga como en Champions. Desenfadado, encarador, valiente; el ambidiestro ya apodado «Kvaradona» ha tomado a toda Europa por sorpresa, y es la prueba perfecta de que este Napoli, ahora sí, aspira al trono de Italia.

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